Este alcalde de Sevilla, que desempeñó tres mandatos durante tres regímenes políticos diferentes: La Monarquía de Amadeo I de Saboya, la Primera República y el reinado de Alfonso XII. Está rotulada una calle de Sevilla con sus apellidos, hay también en dicha calle una placa, un azulejo recordándolo y un retrato suyo en la Casa Consistorial del Ayuntamiento de Sevilla, pintado en 1881 por Gonzalo Bilbao.
Revolución de 1868 «La Gloriosa», estampa alegórica de 1874 publicada en la revista La Flaca
Manuel de la Puente y Pellón nació en 1819 en la localidad santanderina de Rubayo. Era hijo de hidalgos labradores, se trasladó a Sevilla muy pronto, siendo muy joven, donde trabajó como dependiente de un comercio de dicha ciudad. Esta actividad comercial la compaginó con la vida pública y política, figurando en 1840 en la Compañía de Granaderos de la Milicia Nacional, militando en el campo liberal, llegando a ser Teniente en 1854. Con la disolución de las Cortes del bienio progresista y desde el Comité Liberal, siguió apoyando a los liberales. Perteneció a la Junta Revolucionaria de 1868, (se constituyó tras la revolución conocida como “la Gloriosa “que destronó a la reina Isabel II, movimiento insurreccional que triunfó en Sevilla tras su inicio en Cádiz en septiembre de ese mismo año ), y que estaba integrada en la capital hispalense además por personajes célebres como Federico Rubio, Federico de Castro o el marqués de la Motilla. En 1869 entró a formar parte del ayuntamiento progresista, siendo teniente de alcalde, llegando a ser alcalde de Sevilla en varias ocasiones: en los años 1872 (Monarquía de Amadeo I de Saboya), 1874 (Primera República), 1881 y 1882 (Restauración borbónica, reinado de Alfonso XII) y en 1886, poco antes de morir. También ocupó el cargo de diputado provincial en 1876 y 1882, alcanzando el de presidente de dicha Diputación Provincial, siendo en dos ocasiones gobernador civil interino. Famoso santanderino de La Montaña, pertenecía a la pequeña burguesía y al sector más progresista del liberalismo sevillano, el liberal- demócrata, pero siempre como monárquico y defensor de la autoridad y del orden público, e hizo carrera política en el partido Liberal, (en el que ingresó durante el reinado de Alfonso XII). Aparte de sus obras y de su dedicación a la ciudad de Sevilla, destacó por su actividad política y su prestigio de alcalde le dio la jefatura indiscutible de los liberales de Sevilla. En cuanto a su vida privada, contrajo matrimonio con doña Manuela de la Cueva y García, con la que tuvo tres hijos: Manuel, médico y diputado provincial por Sevilla, Francisca, y Aurora.
Sus dos primeros mandatos se produjeron en un período de inestabilidad política, durante el “Sexenio revolucionario o democrático “ que siguió a la época del reinado de Isabel II, el primer mandato se llevó a cabo en un corto espacio de tiempo, siendo su tercer mandato el más estable políticamente y el más fecundo. De todas formas, durante este período revolucionario destacó su figura como alcalde.
En 1872 , durante su primer mandato, se realizó una exposición pública de los planos de alineación de la calle Betis, tuvo de secretario particular al archivero municipal y cronista de la ciudad José Velázquez y Sánchez, y tuvo que hacer frente a una epidemia de viruela, contactando con los organismos competentes ( Gobierno civil, Junta de Sanidad e Higiene, etc…) para que suministraran material de vacuna y adoptar medidas preventivas, con especial atención a los sevillanos más pobres y vulnerables. También contribuyó a que resurgiera la Semana Santa,-en colaboración con la duquesa de Montpensier-, que estaba en declive y con altibajos, por los sucesos anticlericales acaecidos en el siglo XIX ( invasión francesa, desamortización eclesiástica de Mendizábal, revolución de 1868…), habiendo años en que no llegó a procesionar ninguna cofradía; animó a las hermandades, queriendo que salieran a la calle en procesión el mayor número de ellas, y quiso restaurar la vinculación del ayuntamiento con la hermandad del Santo Entierro, e intentó que volviera a salir a la calle en penitencia ( esta cofradía ya se conocía como municipal, ya que el alcalde ejercía funciones de hermano mayor y la presidía, e incluso decidía sobre su salida, lo mismo que, anteriormente, hiciera el asistente ,siendo importantísima la colaboración municipal, sin la cual habría caído en el olvido y, posiblemente, se hubiera extinguido ).Dicha hermandad fue subvencionada, en parte con aportación municipal mediante el producto recaudado de algunos espectáculos, y, en parte con lo reunido por voluntarios de instituciones y sociedades. Este mandato se vio alterado por algaradas y protestas de los republicanos y de las clases populares, con conatos de violencia, que acusaban a Puente y Pellón de haber accedido a la alcaldía de forma fraudulenta, ordenando el alcalde que la Guardia Municipal se concentrara dentro de la Casa Consistorial, al objeto de repeler agresiones en el caso de que se asaltara el edificio, viéndose, por tal motivo, obligado a dimitir.
Ante el aumento de la población de Sevilla, resultaba ya insuficiente el agua que se traía a la ciudad desde los manantiales de Santa Lucía de Alcalá de Guadaira a través del acueducto de los Caños de Carmona, y , además, dicha agua se contaminaba en cielo abierto durante su recorrido hasta Sevilla, por lo que se necesitaba mayor cantidad de agua, y de calidad, como demandaban los vecinos; asimismo, el acueducto , aunque funcionaba perfectamente, estaba muy deteriorado por el paso del tiempo y en muy malas condiciones ( por los enganches ilegales entre otros motivos ). El agua del río Guadalquivir, además de su salinidad, estaba contaminada por los desechos que se vertían en él, la de los pozos artesianos también era salobre ( por efecto de las mareas ) y, además, insalubre, ya que las aguas subterráneas que captaban los numerosos pozos estaban contaminadas al entrar en contacto, a menudo, por filtraciones con muchos focos de infección, ( pozos negros, muladares, pocilgas, cementerios o fosas comunes, vertidos de actividades artesanales e industriales, etc… ) o mezclarse con el agua del río; el agua procedente del manantial de la Fuente del Arzobispo también estaba contaminada por las obras de la construcción del ferrocarril, por lo que dicho manantial estaba ya en desuso y el manantial de la fuente de Tomares, que abastecía al arrabal de Triana, también tenía el agua contaminada, de ahí que la situación de la ciudad de Sevilla se hiciera crítica y difícil, ya que el agua potable escaseaba. Por ello, el alcalde Puente y Pellón quiso solucionarlo e implantar un nuevo y moderno sistema de suministro de agua potable a presión para Sevilla que sustituyera al antiguo de los Caños de Carmona, un sistema muy arcaico y medieval; tras una serie de estudios, análisis, planes, anteproyectos y discusiones, de entre diferentes propuestas ( de Francia, de Bélgica, …), el ayuntamiento firmó un convenio con George Higgins Winfield, un ingeniero inglés que había trabajado en Argentina en la mejora de aguas potables, encargándose del suministro de agua a toda Sevilla una empresa dedicada a la construcción de tuberías de fundición llamada The Sevilla Water Works Company Limited ( conocida en Sevilla como “ el agua de los ingleses “ o” la Compañía de los ingleses “, germen de la futura empresa municipal Emasesa ), por una periodo de 99 años ( si bien se rescataría antes la concesión de explotación ), la cual hizo prospecciones, bombeo, y modificaciones en las inmediaciones del manantial de Santa Lucía sobre la misma unidad acuífera que alimentaba a los Caños de Carmona ( dicho acueducto siguió funcionando, pero fue cayendo en declive hasta su casi total demolición ). Dicha Compañía construyó una conducción general hasta Sevilla a base de tuberías de 14 km de longitud y 533 mm de diámetro con una buena red de distribución, instalándose tuberías por la ciudad bajo control municipal, mejorándose el acceso al agua potable de las clases populares, estando el agua suministrada en buenas condiciones, siendo depurada convenientemente para asegurar su potabilidad y estipulándose en dicha concesión la obligación de suministrar entre 60 y 100 litros diarios por habitante; dichas obras las inauguró la reina Isabel II. Además, esta Compañía abasteció a Sevilla de agua para el riego mediante tomas directas del río Guadalquivir, destinada a jardines, calles y extinción de incendios.
En 1874, durante su segundo mandato, se subastaron terrenos de la Plaza de Armas, y mediante edicto implantó un arbitrio especial sobre determinados materiales y productos para sufragar los gastos del Asilo de San Fernando (que acogía a mendigos, niños huérfanos y expósitos, ancianos y pobres enfermos) y contribuir a su sostenimiento económico y mantenimiento. En declive la Primera República, el general Serrano, encabezando un gobierno de transición, encargó a Puente y Pellón que preparara el camino a la Restauración Borbónica.
En 1881 Puente y Pellón volvió de nuevo a la alcaldía de Sevilla, y quiso acabar con los enfrentamientos entre partidos políticos dentro de las corporaciones locales y el encasillado político, implantándose definitivamente el turnismo o relevo de partidos en el poder (reflejo de la alternancia pacífica, a nivel nacional, entre los liberales de Práxedes Mateo Sagasta y los conservadores de Antonio Cánovas del Castillo). Si bien, en algunos momentos, tuvo alguna dificultad para gobernar por la indiferencia de los concejales por los asuntos públicos y su falta de asistencia a las sesiones de los órganos del ayuntamiento que impedía a veces su celebración por falta de quórum. Ante el azote de las constantes inundaciones que asolaban Sevilla cuando crecía el caudal del río Guadalquivir y, especialmente, la que sufrió en ese año de 1881, -muy devastadora y de envergadura-, que inutilizó Sevilla durante 29 días, Pellón hizo frente a ese problema, deseoso de acabar para siempre con las numerosas riadas, que provocaban efectos catastróficos, alarmantes y peligrosos en la ciudad, por lo que analizó con inteligencia y sometió a información pública los informes y el proyecto general de obras de defensa contra las inundaciones para neutralizar las crecidas del río que le había encargado a Juan Talavera de la Vega; con la ayuda y colaboración del ministro de Fomento Albareda, que se desplazó hasta Sevilla, y la inversión de fondos estatales, logró un nuevo ensanche en la corta de los jerónimos, con nuevas obras de encauzamiento y canalización del Guadalquivir y del Guadaira ( allí, en San Jerónimo ) y en la zona del Barranco, consiguiéndose que el río Guadalquivir desaguara con más facilidad hacia su desembocadura. Puente y Pellón, agradecido, le concedió al ministro la medalla de oro de la ciudad y el título de Hijo Adoptivo, ordenando que se rotulara la calle Catalanes, próxima al ayuntamiento, como Albareda.
Asimismo, se aprobó un proyecto de Higgins para la instalación y explotación de un tranvía en Sevilla, e, igualmente, Higgins elaboró un proyecto de mejora del alcantarillado.
Puente y Pellón también reordenó la Plaza de San Francisco, desmontándose y trasladándose la fuente de la Pila del Pato a la Alameda de Hércules, pues estaba colocada en el centro de la plaza, y estorbaba el paso de las procesiones del Corpus y de Semana Santa. Mejoró el alumbrado de la ciudad al suscribir un nuevo contrato con la empresa Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas (antigua Catalana de Gas), aumentando, de esta forma la seguridad ciudadana. Se trazó la calle Torneo. Se implantaron los coches o carruajes Rippert (vehículos de transporte público y colectivo de tracción animal, caballos o mulas, parecidos a un pequeño tranvía, pero más cómodos, más baratos y con mayor movilidad) con dos líneas iniciales: Puerta de San Fernando-Macarena y Alameda-Patrocinio. Se extendieron el telégrafo y el teléfono, y hubo un proyecto de creación de una granja –modelo en Tablada, (centro de fomento y de educación en materias agrícolas y pecuarias).
Curiosamente, Puente y Pellón mantuvo una gran amistad con la ex reina Isabel II, cuando ésta volvió dos veces a Sevilla después de su exilio en Francia, (en 1876-77, y en 1882), a pesar de haber contribuido a su destronamiento en 1868.
Volvió a la alcaldía en 1886, pero poco tiempo después falleció, pues, al parecer, ya arrastraba problemas de salud desde algunos años atrás.Fue un alcalde muy importante y querido en Sevilla, por lo que su entierro se convirtió en una gran manifestación de duelo, ya que la ciudad acudió en masa junto con todas las autoridades, y, como ya se comentó en el encabezamiento de este artículo, el ayuntamiento le honró y le rindió homenaje rotulando la calle de los Dados, donde vivía, y donde murió, con sus apellidos, en reconocimiento de su labor y para perpetuar su memoria. Los comerciantes del sector de la calle Puente y Pellón, al cumplirse el primer centenario de su fallecimiento, le dedicaron un azulejo en recuerdo de su dedicación a la ciudad.
Está enterrado en un panteón en el cementerio de San Fernando junto con toda su familia (esposa, hijos, hijos políticos, nietos, hermanos y demás familiares).